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Cómo luchar contra la contaminación

Las ciudades lucen mejor con amplias zonas verdes. Las avenidas parecen más amplias y respiran mejor cuanto más árboles y arbustos las ocupan. Al menos, eso parece; o, al menos, eso nos han hecho creer hasta ahora: los bosques son el pulmón de los países, los parques de las ciudades. La naturaleza, aunque inmersa en redes infinitas de carreteras y envueltas por millares de automóviles, supone un soplo de aire fresco para quienes desarrollan su día a día en el centro de las ciudades, rodeados de cláxones impacientes, frenazos desesperados y metros pidiendo socorro en horas punta. Del mismo modo, las zonas verdes en el corazón de las urbes se convierten en fugas de escape para la atmósfera, que en estos tiempos que corren respira difícilmente debido a la elevada contaminación.

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Sin embargo, a pesar de todas estas creencias tan extendidas, un grupo de expertos de la División de Contaminación Atmosférica del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), capitaneado por el italiano Alberto Martilli, en colaboración con José Luis Santiago –frecuente colaborador de la University of British Columbia (Canada) y el City College of New York-, llevan dos años trabajando para aclarar si efectivamente los árboles ayudan en la lucha contra la contaminación y determinar qué factores intervienen en este hecho. De esta forma, se alcanzaría el objetivo último de la investigación: desarrollar una herramienta que permita una planificación urbanística adaptada a cada caso concreto.

Y es que, según ha avanzado este grupo de expertos, los árboles reducen la velocidad del viento, generan sombra y humedad, pero, por otra parte, dificultan la dispersión de la contaminación urbana, por lo que se convierte en una fuente de ciertos compuestos químicos, como los compuestos orgánicos volátiles por ejemplo, que son capaces de reaccionar después con la atmósfera químicamente y generar el dañino ozono. De ahí la importancia de elaborar un plan urbanístico adaptado a las necesidades y las características de cada ciudad.

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Algo similar ocurre con la humedad dentro del hogar. Debe de haber humedad ambiental, ya que si no, el aire sería demasiado seco y traería consecuencias; no obstante, la cantidad de agua contenida en el aire debe ser controlada para evitar el caso opuesto: exceso de humedad. Un exceso que puede provenir por capilaridad, infiltración lateral o condensación, en el caso de las humedades estructurales. En estos supuestos, Murprotec, al igual que quienes investigan el impacto de los árboles en las ciudades, observan cada caso concreto y aplican el tratamiento más adecuado en cada caso, aunque con un fin único: eliminar para siempre los problemas de humedad y sus consecuencias.

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