En plena época de exámenes, cuando muchos estarán entre libros y apuntes en el silencio de la biblioteca puede salir a relucir un efecto de la humedad que, aunque a algunos les pueda resultar romántico, hace molesto el estudio y la lectura. Se trata del olor a humedad de las páginas y, en otros casos también, del apulgarado de las mismas. Consecuencias de un problema mayor que puede estropear tesoros de la literatura o acabar con regalos o enseres de gran valor sentimental. Y es que la humedad estructural no se queda en la aparición de moho o en cristales empañados, sino que va más allá, estropeando mobiliario y enseres del hogar.
Desde los muebles de madera hasta las toallas del baño, pasando por la ropa o trastos guardados en el sótano y en armarios. Cuando el edificio sufre de un problema de humedad, los efectos se extienden por todos los habitantes que haya en él; ya que no sólo afecta a las cosas, sino que las personas, sobre todo aquellas con problemas respiratorios, pueden sufrir el agravamiento y empeoramiento de sus enfermedades. Acabar con las humedades de las habitaciones no es fácil, aunque menos aún lo es eliminarla de enseres como los libros. En el caso de la ropa, ésta puede lavarse y perder el mal olor o las manchas negras de moho; sin embargo, las páginas de un libro no pueden frotarse ni limpiarse con agua.
Por ello, la importancia otorgada por empresas profesionales y especializadas en tratamientos antihumedad como Murprotec en un diagnóstico temprano de la raíz de los problemas de humedad. Cuanto más tiempo se tarde en averiguar de dónde viene el problema, mayores serán las consecuencias, como mayor el impacto y el alcance del exceso de humedad. Y es que si, por ejemplo, un problema de humedad por condensación se detecta de forma temprana y se le aplica una solución cuanto antes, probablemente no toque a enseres tan valiosos como los depositados en las bibliotecas. Sin embargo, cuanto más tiempo se pase soportando un problema de humedad estructural, tanto más grandes serán sus efectos dañinos.
Así pues, uno de los métodos más eficaces para evitar que el agua proveniente de la humedad llegue a las páginas de los libros, provocando mal olor y apulgarado, es controlar los niveles de humedad ambiental dentro del hogar y, al mínimo síntoma o duda llamar a especialistas antihumedad. Éstos pondrán una solución para siempre, y con garantía, al exceso de agua en el aire.