Son tan diminutos que resultan inapreciables a simple vista, pero están presentes en nuestro día a día. Los ácaros del polvo, de apenas unos milímetros de largo, comparten su vida con nosotros y habitan en nuestras casas, en nuestros colchones, en las almohadas y en los sofás, en las moquetas, en la ropa y en las cortinas. Y les encanta la humedad.
A priori, los minúsculos ácaros del polvo no son nocivos para la salud del ser humano y no deberían ser unos compañeros de piso especialmente conflictivos, ya que no muerden ni transmiten enfermedades. Sin embargo, pueden convertirse en un factor muy importante que acabe por traernos un problema grave de salud, ya que contribuyen a la aparición de dolencias como la rinitis alérgica o asma bronquial cuando entran en contacto con nuestras mucosas nasales o bronquiales.
Aunque cualquier persona puede ser propensa a tener un problema respiratorio que se vea agravado por la presencia de estos diminutos arácnidos, las más vulnerables son las personas afectadas de asma, los bebés, y los recién nacidos. Además, las mujeres embarazadas deben tener especial cuidado, pues los problemas que originan pueden llegar al feto durante la gestación, antes del nacimiento.
Mientras que el tratamiento para las enfermedades respiratorias debe ser supervisado por un profesional médico, que nos dará un diagnóstico y un tratamiento precisos, nosotros mismos podemos contribuir a vivir en un ambiente lo más adecuado posible para evitar este tipo de enfermedades controlando la presencia de ácaros en el lugar en el que vivimos
Algunas de las acciones que podemos llevar a cabo una vez diagnosticados y sabiendo que los ácaros son uno de los factores que contribuyen a nuestra enfermedad, o simplemente porque queremos prevenir en lugar de curar, son muy sencillas. Por ejemplo, la eliminación de alfombras y otros objetos que acumulan polvo, emplear fundas antiácaros en almohadas y colchones y limpiar de manera regular tanto las sábanas y las mantas como los sofás o moquetas de las distintas zonas del hogar son medidas muy sencillas pero efectivas que constituyen un buen punto de partida.
Además, como señalamos al principio, hay un detalle muy importante a tener en cuenta: los ácaros se multiplican en ambientes donde la humedad es elevada. En un clima o lugar seco, la proliferación de ácaros es mucho menor que cuando la humedad es alta. Al aparecer con mayor frecuencia en ambientes húmedos, una de las mejores cosas que podemos hacer para hacerles frente son aquellas que nos aseguren que nuestra casa no tiene problemas de humedades.
Para que todas estas medidas tengan el efecto deseado y eviten que los ácaros del polvo se conviertan en un dolor de cabeza constante, es muy importante combinar todas las medidas que servirán para aclimatar lo mejor posible nuestra casa, pero, sobre todo, necesitamos estar muy bien informados para poder aplicar las medidas de la forma más efectiva posible. Es importante conocer tanto del clima de la zona en la que vivimos como la humedad de las habitaciones en las que dormimos. De este modo, podremos calibrar si, por ejemplo, es necesario cambiar los colchones viejos o si es necesaria una reforma a fondo para reducir las humedades de los dormitorios.