La fachada de los edificios quizá sea su parte más significativa, la que le confiere la identidad a la construcción. Como un amor a primera vista, las apariencias importan; y, en este caso, es el diseño, las proporciones o los materiales empleados en la fachada lo que primero percibimos de un edificio. Por esto y, por muchos motivos estructurales y puramente arquitectónicos, la fachada merece un tratamiento y cuidado especial. De esta forma, su estética no se verá alterada y tampoco su capacidad de carga. En cuyo caso, ¡cuidado con los problemas de humedad estructural!
Un buen trabajo y diseño en el remate final de la fachada no es sólo objeto de crítica artística, también es señal de su buena o mala calidad. Puede ocurrir, que la calidad de los materiales sea buena, pero por su naturaleza o conservación acabe dando problemas. Algo similar a lo que ocurre en las fachadas y muros de piedra al sufrir humedad por capilaridad. Es decir, cuando el agua del terreno asciende, alcanzando la piedra y provocando consecuencias dañinas en ella; no por cuestiones de calidad. En estos casos, la deficiencia está en la impermeabilización de la vivienda y las propias características de la piedra, muy porosa.
Este tipo de humedades en fachadas no sólo causan daños estéticos provocados por las manchas y la aparición de salitre, sino que también puede dar lugar a problemas en el interior del edificio. Como el agua proviene del terreno, va subiendo y afecta a los muros, tanto hacia el exterior como hacia el interior, donde las condiciones de humedad son perfectas para la proliferación de moho, mal olor y manchas. No obstante, quizá sea más peligrosa la consecuencia invisible: la reducción de la capacidad de carga de la estructura.
La solución a estos problemas pasa por una correcta impermeabilización de la estructura de la vivienda que, en el caso de los tratamientos de Murprotec, no conllevan el uso de maquinaria pesada ni obras. Sin embargo, la solución propuesta por los líderes antihumedad europeos y españoles es para siempre y garantiza unos muros secos y una fachada impecable hasta de treinta años.