A quién no le ha pasado nunca que tras una exhaustiva sesión de manicura hemos acabado estropeando todo el trabajo al ponernos la laca de uñas. Grumos de esmalte y dificultad al esparcirlo por la uña debido a su espesura. Y es que sí, el pintauñas también necesita unas condiciones de conservación específicas. Algo similar ocurre con las cremas y leches limpiadoras. A pesar de antes de ponerlas en el mercado han pasado férreas pruebas para comprobar su estabilidad; es frecuente que por el paso del tiempo o cambios de temperatura demasiado bruscos, las cremas pierdan sus propiedades, por ejemplo, al separarse los aceites de los demás componentes que la componen.
Otras cremas que, aunque fabricadas para aguantar las fuertes temperaturas y condiciones de humedad, se estropean al someterlas a largas exposiciones en condiciones extremas son las solares. Los expertos aseguran que sus propiedades no se pierdan, pero es cierto que pierden en viscosidad y su color puede alterarse. Si hacemos un poco de memoria, seguro que recordamos aquel primer día del año que pisamos la playa y que al ponernos la protección parece leche, más que crema solar, de lo líquida que está. El caso de los maquillajes y polvos es distinto, ya que aquí su aspecto no varía, aunque sí pierde propiedades que pueden hacer daño a la piel al aplicar un producto reseco.
¿Cuáles son las condiciones en las que debemos conservar los cosméticos? En primer lugar, aunque cuenten con fecha de caducidad, ésta no es muy exacta; hay que fijarse más bien en la fecha en la que se abre el envase. A partir de ahí, de su apertura, es cuando debemos empezar a contar el tiempo hasta su caducidad. No obstante, no suele suponer ningún problema grave de salud o alergias utilizar cosméticos con la fecha pasada; lo que sí que ocurre es que no se pueden garantizar sus propiedades, por lo que puede que el objetivo para el que fueron creados -hidratar, dar color, prevenir el envejecimiento…- no se cumpla.
Así pues, lo más importante a tener en cuenta para la correcta conservación de una crema o esmalte de uñas es la temperatura y humedad a la que está sometido. Los cambios extremos de temperaturas pueden alterar las propiedades y condiciones del producto, así como la humedad. En este último caso hay que tener cuidado con dónde guardamos los cosméticos, pues aunque solemos hacerlo en el baño hay que tener en cuenta que éste puede ser un lugar con problemas de humedad frecuentes. Y es que del mismo modo que la pintura de una pared con humedad se cae, el esmalte seco afea la uña decorada.