Se acerca el otoño, los nublados y las lloviznas. Puede asociarse la bajada de temperatura y la frecuencia de lluvias con el aumento de la humedad ambiental. Y aunque bien es cierto que puede haber más humedad en el aire, dentro de casa la relación humedad-lluvia no es tan directa. Mucho sabrán de ello quienes han tenido que luchar contra las consecuencias de las humedades en primavera o en pleno verano. No es lo mismo lluvia que humedad; así como tampoco puede equipararse la humedad del aire exterior que la que afecta a los edificios: la humedad estructural.
La humedad que daña la estructura de la casa, la que penetra desde sus cimientos hasta sus muros, arrasando cualquier elemento que encuentre a su paso, como instalación eléctrica o madera, no entiende de estaciones. Las manchas negras de moho o grietas en el revestimiento o pintura de las paredes pueden darse tanto si llueve como si no. La explicación es sencilla: el agua que genera el aumento de humedad en las viviendas no cae del cielo, sino que proviene de la tierra.
No por ello hay que subestimar a este tipo de problemas; ya que la humedad estructural puede traer consecuencias muy dañinas, tanto para los edificios como para las personas que en ellas habitan. Porque la humedad que viene del terreno puede causar desde la caída de la pintura de las pinturas hasta la permanencia constante de vaho en los cristales; pasando por el deterioro de los suelos de parqué o el agravamiento de los síntomas en personas alérgicas. Aunque no se queda aquí, el bolsillo también puede llegar a sufrir los efectos de la humedad; bien por el aumento en el gasto de calefacción, pues al tener altos niveles de humedad se crean corrientes de aire frío que hacen más difícil mantener la temperatura del hogar, o por la de remedios ineficaces en los que se invierte.
Así pues, teniendo en cuenta todo los problemas y consecuencias generados por la humedad estructural, no deberían existir razones por la cuales dudar si recurrir a una empresa antihumedad especializada o intentar resolver los problemas por nuestra cuenta. La primera opción garantiza una solución definitiva, para siempre, como es el caso de Murprotec; sin embargo, la otra supone malgastar el dinero y el tiempo, dando lugar a problemas irreversibles en el peor de los casos.