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Cuidado con los pies en invierno

Los podólogos gallegos ya lo han advertido: las temperaturas bajas y la humedad dañan los pies y son la causa de la aparición de sabañones. Los pies helados al caminar por la calle y ardiendo en casa, casi pisando el radiador, no es bueno. Nunca lo fueron los extremos. No sólo por lo desagradable que resultar ir andando sobre dedos insensibles por el frío, sino por el deterioro que producen estos contrastes en la piel. La deshidratación y el envejecimiento son las principales consecuencias de los contrastes ambientales sobre los pies. De ahí que el Colegio de Podólogos de Galicia, conocedores expertos de cómo sufren en aquella tierra el final de las extremidades, nos recomienden evitar pasar del gélido frío de la calle al ardiente calor de la calefacción hogareña, para no dejar que los sabañones nos amarguen el invierno.

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Unos pies que se tornan rojos violáceos, se hinchan y pican y arden al mismo tiempo, son unos pies con sabañones. Las personas más expuestas a estos inconvenientes son aquellos que tienen problemas de circulación. Además, éstos tienen que tener especialmente cuidado con la exposición al frío, ya que la mala circulación y las temperaturas bajas no son buenos compañeros, pudiendo provocar la enfermedad de Raynaud que se caracteriza por palidez y frialdad en las extremidades. Ahora bien, no hace falta tener estos problemas para sufrir el deterioro de los pies; así como tampoco es cierto que los pies sólo se enfrían al salir a  la calle.

Más de uno estaremos pensando que en nuestra casa u oficina hace más frío que a la intemperie. Y es que por ilógico que pueda parecer, hay veces que las corrientes dentro de un edificio son tantas y tan frías que se agradece salir a la calle. Por ello, antes de renunciar a pasear en las tardes de invierno tapados hasta las orejas, asegurémonos de que en nuestra casa nosotros, y nuestros pies, no sufren temperaturas bajas y humedad en exceso. Para este menester, atenderemos también a la parte de la casa que más pegada está al suelo: los cimientos.

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Es por ahí, precisamente, por los cimientos y muros por donde penetra la humedad del terreno sobre la que está construido el edificio. Por los pies de la vivienda es por donde la humedad se cuela en los muros y llega a través de ellos al resto de la construcción. Los síntomas en esta ocasión son muy parecidos a los que sufren los pies fríos, el deterioro y el envejecimiento. En las viviendas materializados en la pérdida de poder de carga, debido al deterioro de los materiales de construcción. Además, de hacer imposible una situación confortable a nuestros pies dentro de casa. La humedad por capilaridad nos dejan los pies fríos y la construcción tiritando.

 

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