En alguna que otra ocasión hemos explicado en este blog cómo de dañinos pueden llegar a ser el frío y la humedad para los pacientes de algunas enfermedades. Aquellos cuyos pulmones sufren, ya sea por enfermedades como la bronquitis o el asma, junto con las personas que se ven obligadas a convivir con un continuo dolor de articulaciones, debido a patologías reumáticas, son los grupos a los que más les afecta un ambiente húmedo. Sin embargo, no son estas personas los únicos a los que este fenómeno no les viene nada bien.
Más allá de los seres vivos, hay otro colectivo que también se deteriora en condiciones de humedad superiores a lo normal (entre 30 y 40% se considera habitual), es el caso, por ejemplo, de los medicamentos. Existen algunos tipos de comprimidos que pueden estropearse si los guardamos en lugares tan típicos para estos menesteres como el baño, donde puede ser que a menudo los niveles de humedad sean tan altos que acaben minimizando los efectos de la medicina; y es que para su óptima conservación ésta no sebe ser muy elevada.
Lo mismo ocurre con la temperatura, que no debe ser superior a los 25-30º. En el caso en el que los medicamentos lleven una estrella en el envoltorio, lo tenemos fácil, hay que conservarlos en la nevera entre los 0 y los 4º. Lo que tenemos que tener claro es que no hay que debemos dejarlos ni en el botiquín del coche ni en lugares cerca de la cocina o el baño, donde la humedad y la temperatura son extremas. Aunque, como siempre, tenemos que estar alerta. Porque también puede ocurrir que el botiquín lo tengamos en un cajón del armario del dormitorio, pero que la humedad sea tan alta como en el baño.
¿Cómo nos damos cuenta? Una vez más, el mal olor, la madera dañada o la aparición de hongos pueden darnos una pista al respecto. Signos casi inequívocos de la presencia de un problema de humedad en la estructura de la construcción. En este momento, además de preocuparnos por la conservación del mueble, el olor que se impregna en la ropa o el frío que puede provocar en la habitación, es momento de abrir el cajón y revisar cómo se encuentran los medicamentos. Si alguno tiene alguna manchita de moho, ya sabemos, mejor tirarlos que intoxicarnos, en el peor de los casos.