Las madrileñas y madrileños saben disfrutar como nadie de la llegada del otoño. Las terrazas de la comunidad alargan su temporada hasta bien entrado el otoño y es fácil sobrellevar la vuelta al cole y el trabajo.
Pero también en otoño el riesgo de tormentas y lluvias aumenta considerablemente. En el caso de la Comunidad de Madrid este hecho se suma al problema de que la comunidad es una de las más secas del país (sobre todo la capital). Esa falta de precipitación origina que el mantenimiento de drenajes y sistemas de evacuación de aguas aparezcan en un segundo plano en las listas de reparaciones.
Hechos que más tarde pueden suponer un verdadero problema de humedades.
Algo parecido a lo que sucedió el pasado Marzo, después de un invierno especialmente lluvioso, cuando los trabajadores del Juzgado de Primera Instancia de la capital madrileña se encontraron con goteras, filtraciones y humedades en paredes y techos.
Como ya sabemos, no atajar estos problemas a tiempo puede suponer una gran perdida de tiempo y, sobre todo, de dinero. Tanto es así que, cuando surgió este problema en los juzgados madrileños, el ministerio de Justicia tuvo que salir al paso argumentando los 3,3 millones de euros invertidos en la modernización de los Juzgados de plaza de Castilla y Capitán Haya.
Las humedades por filtraciones, habituales en casos como el expuesto, son comunes cuando el agua acumulada en canalizaciones o zonas anegadas, atraviesa los paramentos para invadir los inmuebles. En el otro extremo, las humedades por condensación se originan por el uso diario del hogar y son las más fáciles de detectar.
Sin embargo, las humedades por capilaridad son las más peligrosas: difíciles de detectar y de subsanar. Y…
¡Son las más habituales en la Comunidad de Madrid!
Debemos recordar que un clima seco, como el madrileño, no está exento de las temidas humedades. Es más, debido a la baja precipitación, tendemos a olvidar conceptos como el mantenimiento y la prevención, y nos encontramos con problemas graves que pueden afectar a la estructura de los edificios e incluso a la salud de nuestra familia.
Pero que no cunda el pánico. Las humedades por capilaridad se pueden identificar y subsanar. Detectar manchas y malos olores siempre es un primer paso. Pero debemos estar atentos a humedades o síntomas asociados en lugares no tan habituales.
Detectar textiles del hogar húmedos, notar que la colada tarda más en secarse o encontrar malos olores en zonas de la casa más ocultas (altos de armarios, despensas, etc.), pueden indicarnos que la capilaridad es el problema principal.
Ante una situación así, siempre es preferible llamar a los profesionales contra las humedades y olvidarse de “falsos” remedios que solo reducirán nuestro presupuesto y nuestra paciencia.
¡Que llueva poco no significa que estemos a salvo de las humedades!