Siempre que llega una ola de calor, una epidemia de gripe o una bajada importante de temperaturas, se alerta sobre los principales grupos de riesgo de la población. Como es lógico, ancianos y niños están mucho más expuestos a los peligros. Cabría pensar entonces, que aquellos lugares donde se concentran estos grupos de personas estuviesen bien mantenidos y vigilados. Pero no siempre es así.
Algunas de las infraestructuras de nuestras ciudades comprenden edificios comunes, de origen público o privado, que albergan a niños o ancianos. Es el caso de colegios, residencias de ancianos, centros cívicos, polideportivos o bibliotecas.
Este tipo de edificios, por su construcción y volumen son mucho más sensibles a los cambios climatológicos y al deterioro. Es por ello que son un foco habitual de los problemas de humedades. La capilaridad y las filtraciones laterales son una constante en este tipo de edificaciones, que deben combatirse con un buen mantenimiento y una mejor prevención.
Es el caso de muchos ayuntamientos que utilizan la época veraniega para llevar a cabo reparaciones importantes. Es el caso de municipios como Ermua (Vizcaya), Loja (Granada), San Pedro Alcántara (Málaga) o Cort (Islas Baleares), que han destinado importes superiores a los 100.000 euros en acondicionar sus colegios públicos, muchos de los cuales se encuentran afectados por problemas de humedades.
También es algo habitual y constante en residencias de ancianos que muchas veces dependen del presupuesto de los consistorios para subsanar problemas de índole estructural, como manchas de moho, filtraciones o pérdidas de estabilidad estructural.
En algunas ocasiones las reparaciones se limitan a tapar o subsanar de manera parcial los desperfectos, mediante pinturas antihumedad o aislamientos hidrófobos. Pero como sabemos esto no significa que el problema de humedades desaparezca y no vuelva a generar más gasto en un futuro.
La mejor manera de acabar con las humedades es atajando al origen de éstas, bien yendo a la fuente o impidiendo de manera definitiva que el agua pueda penetrar en las estructuras.
Preservar la salud y el bienestar de nuestros niños y ancianos es vital para garantizar el futuro y la memoria histórica, por ello es interesante dejar de lado las soluciones parciales, que solo son un gasto permanente de tiempo y dinero, y recurrir a profesionales que acabaran con las humedades de una vez por todas.