Llamada gratuita - de 08:00 a 22:00

Las calabazas ya están preparadas, las cestas con caramelos en la puerta de casa y los niños más atrevidos con los disfraces puestos. Halloween empieza a asustar, después de que telarañas, brujas y esqueletos estén ocupando los escaparates ahora salen a la calle. Unos reirán y otros llorarán. Muchos estarán en casa pensando en el miedo que van a pasar sus hijos, sus nietos o ellos mismos al encontrarse un zombi compartiendo vagón de metro. Otros, al mismo tiempo, también estarán temblando, pero por motivos muy diferentes. Diferentes aunque igual de terroríficos; el mismo miedo provocan personajes como Frankestein que una chispa que salta de un enchufe.

keywordsprincipal.

Mientras unos vienen del más allá, los otros tienen una procedencia mucho más material y localizable. Más aún si los cazafantasmas encargados de dar con el por qué de los problemas en la instalación eléctrica cuentan con las armas proporcionadas por Murprotec. Al mínimo chispazo, caída de los plomos o avería relacionada con la electricidad, estos profesionales acuden al lugar del siniestro con un objetivo muy claro: determinar si el edificio cuenta con la presencia o no de un fantasma con demasiados efectos secundarios.

Se trata de la humedad, ese fenómeno igual de intangible que los espectros que salen a pasear en Halloween, pero con consecuencias más peligrosas que el miedo. Es el caso de la electricidad y el agua -por todos es sabida la incompatibilidad que hay entre ambos-. Desde pequeños, todos sabemos el riesgo que podemos correr si derramamos agua en un enchufe, por ejemplo; pero, ¿qué pasa cuando no contralamos el agua del interior de la vivienda? Sencillo, empezamos a sufrir un problema de humedad que puede provocarnos, en el peor de los casos, un incendio por el daño que un muro mojado puede llegar a hacer en los sistemas de electricidad de los hogares.

keywordsprincipal.

Y es que por raro que pueda parecer, la humedad que notamos en nuestra casa no es generada tan sólo en su interior, o en el exterior debido a la lluvia; en las entrañas de las construcciones, el agua se mueve por los muros empapando en ocasiones la instalación eléctrica que en ella se halla. Al final, va a resultar que los seres de ultratumba no van a ser tan diferentes de las humedades. Ambos pueden aparecer de la tierra y, quien los sufra, ya sabe que los dos pueden asustar al mismo nivel.

Las colas para entrar en el Museo del Prado se hacen más largas estos días. Las obras que Velázquez pintó para Felipe IV vuelven a casa y, según los tiempos de espera, nadie quiere perderse la oportunidad de contemplar, por primera vez en España, a la familia de El Grande, el rey de la dinastía de los Austrias que más tiempo permaneció en el trono español, retratada por nuestro artista barroco más universal, autor de uno de los lienzos más comentados y estudiados de la historia del arte, Las Meninas. La exposición la componen cinco obras del pintor sevillano, trasladadas desde el Kunst Historisches Museum de Viena entre un gran dispositivo de seguridad y envueltas en ropajes para asegurar su conservación.

keywordsprincipal

¿Nunca os habéis preguntado cómo las obras de arte viajan de un sitio a otro a lo largo de decenas de años, incluso centenas, sin envejecer? Ni una arruga, ni una mancha, ninguna esquina del lienzo levantada… Ya quisiéramos muchas personas poder aguantar el paso de los años con la misma facilidad. Aunque la mayoría nos conformaríamos con saber de qué forma podemos evitar que los cuadros que cuelgan en las paredes de nuestra casa se estropeen. Probablemente no tengan el valor histórico de los velázquez, aunque quizá el sentimental es superior, por lo que quisiéramos conservarlo como si de Las Meninas se tratara, para no tener que descolgarlo nunca del lugar privilegiado que ocupa en la morada que hemos ido decorando a medida.

El origen de que un cuadro de nuestra casa tenga que pasar por el taller puede estar en un problema de humedad en los muros de la vivienda. No hace falta que le caiga un vaso de agua encima, basta con que la pared sobre la que está prendido esté mojada en su interior para que el lienzo absorba el exceso de humedad, que se traduce, por ejemplo, en manchas en la pintura. Y del mismo modo que no es un vaso derramado lo que estropea los cuadros, tampoco es esa la causa de que el agua fluya por las paredes.

keywords.principal

Como bien nos explican desde Murprotec a través de la imagen anterior, la culpa de todo esto la tiene el terreno sobre el que se asienta la edificación. Resulta que cuando los cimientos y los muros de alguna construcción no están aislados, el agua de la tierra asciende a través de las paredes por capilaridad. Un agua que se traduce en exceso de humedad estructural y que alcanza todo lo que coge a su paso, como es el caso de los elementos decorativos que colgamos en la pared. Así pues, una vez más, la solución al problema, o la prevención del mismo, pasa por un control del nivel de humedad con el que convivimos.

Por cierto, la exposición Velázquez y la familia de Alfonso IV podrá visitarse en el Museo del Prado hasta el próximo febrero. Además, para los que ya estén ahorrando para los regalos navideños, a partir de las seis, las visitas al museo son gratuitas.

Recientemente un informe emitido por Ecologistas en Acción y elaborado en colaboración con la Fundación para la Biodiversidad no ha dejado lugar a dudas: prácticamente la totalidad de los españoles respiramos aire sucio. Más concretamente, 44 millones de personas en nuestro país, un 94% de la población, está expuesto a niveles de polución tan altos que suponen un alto riesgo para la salud. Es más, este estudio cifra al año casi 20.000 muertes prematuras causadas por la pésima calidad del aire que respiramos. Dicho de otra forma, la atmósfera contaminada provoca diez veces más fallecimientos que los accidentes de tráfico.

keywordsprincipal..

Teniendo en cuenta estos datos, apoyados por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, miembro de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien ha señalado además el aire contaminado como una de las causas de los cánceres humanos, principalmente en los que atacan a los pulmones a la vejiga, parece que va siendo hora de tomar conciencia medioambiental y contribuir con nuestros actos diarios a mejorar la calidad del aire que respiramos. Al fin y al cabo es nuestra salud y la de los nuestros la que está en juego. Quizá sea el momento de aparcar los coches y sacar la bicicleta o incluir al transporte público en nuestra vida cotidiana.

Aunque no todos estamos expuestos a la peligrosidad del aire contaminado de la misma forma. Hay colectivos más vulnerables que otros; este es el caso de los bebés, los ancianos o los pacientes de enfermedades respiratorias. Para ellos, el riesgo no está sólo en la calle. A veces, el ambiente de nuestro hogar nos perjudica tanto o más que el del exterior. Por ejemplo, las poblaciones de moho en las viviendas pueden llegar a ser tan problemáticas como la emisión continua de CO2 de los coches. Más aún cuando hablamos de personas que sufren asma, bronquitis o rinitis. Este es el caso de los bebés, en torno a los cuales se ha demostrado la relación existente entre estas enfermedades y el exceso de humedad en el ambiente, que genera aire contaminado. Las cifras de nuevo nos ponen en alerta: alrededor del 80% de los niños con padecimientos como el asma desarrollan su vida en lugares demasiado húmedos. Lo que viene a decir que estos pequeños están respirando aire tóxico.

keywords principal

En la calle, de manera individual, con pequeños gestos diarios, difícilmente podremos llegar a controlar los niveles de polución dañinos para la salud; se necesita una aportación continua y extendida entre toda la población. Sin embargo, en nuestra casa sí que podemos limpiar la atmósfera para poner a salvo la salud de los nuestros. Volviendo a la relación entre el exceso de humedad y la proliferación de enfermedades respiratorias, controlar los niveles de humedad en la vivienda puede ser el medicamento más eficaz para minimizar los síntomas del asma, la bronquitis o la rinitis. En este caso, los mejores doctores los ha reclutado Murprotec, quienes saben bien cómo poner tratamiento definitivo a estas dolencias.

Los amantes de los baños de espuma, y también los que prefieren la ducha pero salen de ella con la piel enrojecida por la alta temperatura con la que prefieren relajarse, tienen a menudo la sensación de encontrarse en un baño turco al abrir la mampara o correr la cortina. En ese instante, el baño se inunda de vapor y difícilmente podemos vernos en el espejo. Los más afortunados se deshacen del agua evaporada abriendo la ventana del baño o activando el extractor; sin embargo, los hay que no corren la misma suerte y da igual si es antes o después de pasar por la ducha, pero siempre tienen que hacerse hueco entre el agua que cae del espejo cuando quieren mirarse en él.

keywords principal

Lo mismo se repite en los azulejos y ventanas, ambos con tanta humedad que a veces bien parecen una cascada. Una situación habitual en cocinas y baños, sobre todo, aunque también puede darse en los cuartos de la colada. Todo ello es debido a la actividad cotidiana: duchas, lavadoras, secadoras y cocinas a fuego lento. Quehaceres del día a día de los que no podemos prescindir pero que, si no se cuenta con las herramientas de ventilación adecuadas, pueden causarnos un problema de condensación. O lo que es lo mismo, un exceso de vapor de agua en el hogar derivado de las tareas domésticas que se traduce en cristales con vaho permanente, en techos y paredes con moho y la pintura deteriorada y malos olores repartidos por las habitaciones y el mobiliario de la casa.

Pero claro, no podemos dejar de ducharnos, ni de lavar la ropa o cocinar. Como tampoco podemos desarrollar nuestra vida en un espacio con aire contaminado por el exceso de humedad ambiental, pues este aire viciado puede repercutir negativamente en la salud de los alérgicos o en quienes estén pasando un resfriado. Esto es, los llamados fenómenos de condensación contaminan el aire que respiramos y sus efectos se extienden tanto en la edificación como en los habitantes. El vaho que enturbia nuestra imagen en el espejo también dificulta la respiración si somos asmáticos, por ejemplo.

¿Cómo acabar con él? ¿Basta con ventilar? ¿Un deshumificador es la solución? Lo cierto es que es difícil librarnos del aire contaminado por la humedad en exceso con el simple gesto de mantener las ventanas abiertas –sin contar que hay épocas del año en los que esto es casi una proeza-; lo mismo ocurre con los deshumificadores, según los testimonios de decenas de clientes recogidos por Murprotec, en la mayoría de los casos una pérdida de tiempo y de dinero. Las mismas declaraciones aseguran que la solución definitiva al vapor de agua que se acumulaba sin freno en sus casas llegó con el sistema de renovación constante del aire de Murprotec. A partir de entonces, pudieron volver a verse nítidamente en su espejo.

Este fin de semana llega el segundo cambio de hora del año. Todos hemos notado que cada vez es más oscuro cuando salimos de casa por la mañana, pero no, no nos levantamos más temprano; del mismo modo, las interminables tardes de verano se han ido haciendo más pequeñas, hasta que la vuelta a casa la alumbra ya la luz de las farolas. Por eso, para aprovechar mejor las horas de luz natural, en la madrugada del domingo los relojes se retrasarán una hora. A las 3 volverán a ser las 2. En esta ocasión ganamos una hora más de sueño, ¿pero tiene efectos sobre nosotros este cambio de hora?

keywords principal

En primavera, los trastornos en el organismo provocados al adelantar el reloj son notables. El tiempo nos roba una hora de sueño y, unos más que otros, nos sentimos cansados y más irritables. En esta ocasión, aunque recuperamos el tiempo perdido, también hay algún que otro síntoma. De nuevo es normal encontrarnos más fatigados y sufrir cambios en el estado de ánimo. El hipotálamo, perteneciente al sistema de las emociones del cerebro encargado de regular el ciclo de sueño y vigilia, es el causante de los desajustes. Esta parte del cuerpo, un poco nuestro ‘reloj interno’, tiene que volver a ajustarse, después de la desincronización que sufre con las idas y venidas del tiempo.

A parte de la adaptación del organismo al nuevo horario, también tenemos que modificar nuestros hábitos. Resignación al tener que abusar de las luces, a partir de ahora, encendidas en casa de forma continua. Pasamos más tiempo a oscuras y en nuestro hogar. Así que es fundamental asegurarnos un lugar confortable, cálido y que contribuya a nuestro bienestar. En definitiva, un lugar que nos facilite la estancia en casa, sin ventanas que chorreen agua por el vaho, sin esquinas con la pintura deteriorada y sin manchas negras en el techo del baño. Toca invernar pero de forma agradable. Por este motivo, cual hormiga que recoge alimentos para el frío, es hora de sellar cualquier fuga de calor y ratificar que no sufrimos ningún problema de condensación que llene los cristales de vaho, provoque la aparición de moho o impida a la calefacción hacer su función.

keywords2

Antes de retrasar el reloj una hora, quien tenga síntomas de humedades, que llame a quien pueda determinar su origen para no tener que pasar un invierno compartiendo el hogar con un inquilino más que problemático. Nosotros sabemos de unos expertos que no dejarán vivo a ningún intruso, Murprotec los echará de casa para siempre.

Las calderas arrancan motores. En pocos días hemos pasado de ir en manga corta a no poder salir de casa sin jersey y chaqueta. El paraguas se convierte en compañero de travesías perenne y las miradas a la ventana cuando se acerca la hora de salir de la oficina se multiplican. “Que no llueva en la vuelta a casa”, suplicamos más de uno pensando en lo fría que estará cuando lleguemos a ella, más aún si entramos con los pies mojados. Un sentimiento que se cruza con otro, entrando ambos en conflicto, al pensar en el incremento del coste de las facturas de aquí en adelante. Los aparatos para calentar el hogar empiezan a funcionar al mismo ritmo que nuestra hucha doméstica comienza a perder activos. ¿Es incompatible el ahorro con la calefacción?

keywordsprincipal

Está claro que a base de mantas en el sofá y calcetines y bufandas no podemos pasar un invierno; habría que sacrificar demasiada calidez y bienestar por llegar menos asfixiados a final de mes. No obstante, no es incompatible una cosa con la otra, ya que existen algunos trucos para que la economía doméstica no sufra más achaques. Quizá el más eficaz a largo plazo sea detectar y eliminar aquellas fugas de energía, en este caso de energía calorífica, que provocan no sólo que la vivienda no se caliente lo suficiente como para estar cómodos, sino que también genera algún que otro mal trago al consultar las facturas.

Una de las causas más comunes por las que se derrocha energía es la existencia de algún problema de humedad en la estructura de la casa. Pero, ¿cómo averiguarlo? Por ejemplo, si notamos que a la calefacción le cuesta trabajo calentar la casa, por mucha fuerza que le demos, o que se crean corrientes de aire frío entre habitaciones y la temperatura varía mucho entre unas estancias y otras, probablemente el nivel de humedad ambiental en el hogar sobrepase los límites normales. Si es así, antes de girar la rueda de la temperatura al máximo y lamentarnos cuando paguemos los cargos del gasto en electricidad o calefacción, pensemos quién puede solucionar este problema doméstico (y económico).

keywords2

En supuestos como este la solución es sencilla, no hay más que cerrarle la puerta a la humedad y no dejarla entrar en casa. Y el remedio no es acallarla subiendo los grados en las habitaciones. Esto, más bien, generaría los daños coyunturales a nuestro bolsillo. Sin duda, tenemos que eliminar para siempre las humedades con los tratamientos adecuados. Los de Murprotec garantizan la erradicación de este problema y todos los producidos por él de forma definitiva. Mientras os decidís a realizar la llamada que os traerá algo más que ahorro en calefacción, podemos seguir algunos consejos como no abrir las ventanas más de 15 ó 20 minutos al día en las épocas más frías o mantener cerradas las habitaciones en la que entramos poco.

 ¿Hablamos?